El texto que sigue fue publicado originalmente el eldiario.es/murcia el pasado 2 de julio y era el artículo en el que presentábamos una investigación que acabamos de concluir junto a la Universidad de Murcia.
El 29 de junio, desde la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia (EAPN-RM) presentamos la investigación “Impacto de la Covid-19 en familias con menores en la Región de Murcia”. La investigación, financiada por la Dirección General de Servicios Sociales y Relaciones con el Tercer Sector (Consejería de Mujer, Igualdad, LGTBI, Familias y Política Social), fue realizada por un equipo de la Universidad de Murcia coordinado por el profesor Antonio Losa.
Se trata de una de las primeras investigaciones con las que contamos realizada a partir de información obtenida de forma directa. Es decir, no se han utilizado modelos de estimación o datos de usuarios de servicios, sino que se ha preguntado a la gente sobre cómo les ha afectado la pandemia. En concreto, se han realizado cuestionarios a 638 hogares (que reúnen un total de 1.391 adultos y 1.195 menores). Se trata, por tanto, de una información muy relevante de primera mano, o casi mejor: de primera voz.
El informe ya está publicado online (se puede leer y descargar aquí). A lo largo de sus algo más de 70 páginas, encontramos información detallada sobre cómo la Covid-19 ha afectado a las familias con menores de la Región de Murcia.
Sabemos, gracias a esta investigación, que algo más de la mitad de los hogares (54,5%) con menores de la Región de Murcia han experimentado una merma de ingresos por efectos de la pandemia. Ese porcentaje se dispara hasta el 67,0% en el caso de los hogares en riesgo de exclusión.
Sabemos también que, mientras que en el conjunto de hogares con menores de la Región de Murcia un 44% se vio afectado por la pérdida temporal o permanente del empleo, en las familias en riesgo de exclusión fue el 60,1%.
Una constante de esta investigación ha sido la comparación entre el impacto de la pandemia sobre las familias con menores en situación de exclusión y el impacto en el conjunto regional de familias con menores. En la inmensa mayoría de los aspectos estudiados, el impacto de la pandemia ha sido peor en el primer grupo. Dos datos más que corroboran lo anterior. El 26,8% de los hogares en riesgo de exclusión considera que las condiciones de sus viviendas son “malas” o “muy malas” ante un confinamiento (frente al 16% de la media regional). El estado de salud de los menores del hogar se ha visto afectado en el 37,4% de las familias en riesgo de exclusión (algo más de 6 puntos sobre la media regional).
La investigación pone cifras a una hecho que ya conocíamos porque se repite una y otra vez: las crisis afectan más a quienes peor estaban cuando se desencadenan.
Pero no es solo que ahora esté peor quien ya estaba mal. Se trata también de que nuevas familias y personas se han visto arrojadas a situaciones de pobreza y exclusión. El equipo investigador habla de un doble impacto de la pandemia: “Por un lado, la pandemia ha supuesto una reducción de actividades e ingresos, lo cual, por sí solo, supone un aumento del riesgo de exclusión (primer impacto); por otro lado, muchos de los sectores y actividades más afectados han sido de donde provenían una parte considerable de los ingresos de los hogares con mayor riesgo de exclusión y así éstos se han visto doblemente afectados (segundo impacto)”.
En este pasar de mal a peor que ha supuesto la pandemia para muchas familias con menores de la región, merece la pena dedicar aunque sea un párrafo al tema de la educación.
Un par de aclaraciones previas. Primera: la investigación se basa en una idea que compartimos tanto la EAPN-RM como el equipo investigador: la pobreza y la exclusión son situaciones que trascienden lo económico e implican cuestiones como vivienda, salud, participación ciudadana, ocio, educación… Segunda: para poder obtener un diagnóstico lo más preciso posible, la investigación recurre a un enfoque cuantitativo y también a uno cualitativo en el que los grupos focales y las entrevistas han sido claves.
De esta parte, de la cualitativa, obtenemos la evidencia de que ha habido un “grupo de estudiantes que se han quedado descolgados, estancados o rezagados tras el paso a la nueva educación semipresencial y a distancia”. Por un lado, “alumnas y alumnos que han pasado de ciclo este curso académico, es decir, estudiantes que durante el confinamiento finalizaron etapa escolar, ya sea infantil, primaria o secundaria, y pasaron a la siguiente”. Por otro lado, aquellos alumnos y alumnas que ya tenían dificultades en el ámbito educativo antes de la pandemia. Lo dicho: de mal en peor.
Invitamos a la lectura de la investigación porque son muchos los datos que se exponen. Pero, para finalizar, es oportuno enfatizar una de las conclusiones que el estudio pone sobre la mesa. Esto escribe Rosa Cano, presidenta de EAPN-RM, en el prólogo de la investigación: “Si los efectos de la pandemia han sido más graves en la población en riesgo de exclusión, los esfuerzos para conseguir que sus derechos se vean atendidos deben ser mayores”.
Para EAPN-RM la pobreza y la exclusión social son cuestiones que tienen que ver con la vulneración de derechos. Como sociedad, nos hemos dado una serie de derechos que tienen que ser reales y no simples declaraciones de intenciones. Por tanto, enfrentar la pobreza y la exclusión es algo que tiene que ver con la política, con la toma de decisiones con el bien común como principal objetivo, con la puesta en marcha de medidas que reconstruyan la región sabiendo que la región también son sus habitantes y sus derechos.