Este artículo se publicó originalmente en La Verdad el 14 de octubre de 2021 y se puede leer aquí.
Una de cada diez personas en la Región de Murcia no puede permitirse disponer de un ordenador personal. Casi las mismas (el 8 %) no puede permitirse una comida de carne, pollo o pescado cada dos días. Un 13% no puede permitirse mantener la vivienda con una temperatura adecuada. El 43% no tiene capacidad para afrontar gastos imprevistos. Un poco más (45%) no puede permitirse ir de vacaciones al menos una semana al año.
Todos esos datos son mayores que los registrados en 2019. Los efectos de la pandemia son claros: en 2020 la Privación Material Severa (recogida en los porcentajes del párrafo anterior) ha aumentado 3,3 puntos porcentuales. Los efectos son calificados como “brutales” y la subida como “elevada” por la Red Europea de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en el Estado Español (EAPN-ES) en su informe anual “El estado de la pobreza”.
En ese mismo informe se puede leer que 447.000 personas están en riesgo de pobreza y exclusión social en la Región de Murcia, el 29,7% de la población. Esta cifra está 2,2 puntos por debajo de la del año anterior (cuando fue del 31,9%). Entonces, ¿qué pasa con los datos del primer párrafo?, ¿ha bajado la pobreza en la Región de Murcia?
Desde EAPN Región de Murcia insistimos constantemente en que la pobreza es una realidad compleja. Es una situación en la que se suman una serie de elementos que van más allá de las cuestiones meramente económicas. Entran en juego otros factores como el empleo, la vivienda, la participación o las condiciones de vida. La forma de medir una realidad como la pobreza debe ser necesariamente complicada.
La forma en la que se mide la pobreza en la Unión Europea (según criterios de EUROSTAT) y, por tanto, también en España y en la Región de Murcia (con la Encuesta de Condiciones de Vida del INE), es a través del índice AROPE. Este índice mide el riesgo de pobreza y lo hace sumando tres elementos: los ingresos (que pueden llegar por el salario pero también por pensiones, rentas o ayudas sociales), el empleo y las condiciones de vida (a través de la llamada Privación Material Severa).
Es importante también tener en cuenta los periodos de tiempo que mide. El “Estado de la pobreza” de este año se ha realizado a partir de los datos recogidos por la Encuesta de Condiciones de Vida que se publicó en julio de 2021. Los datos se publicaron en esa fecha pero las encuestas se realizaron a lo largo del último cuatrimestre de 2020. Sigue la complejidad. Las encuestas se realizaron a lo largo del último cuatrimestre de 2020 pero al preguntar por los ingresos o el empleo, se preguntó por los ingresos y el empleo durante 2019. Solo lo relativo a la Privación Material Severa recoge datos del mismo momento en que se realizaron las encuestas, es decir, del último cuatrimestre de 2020.
Todo el párrafo anterior es necesario para aclarar que lo referente a ingresos y empleo del “Estado de la pobreza” habla de 2019. Es la mejora en los ingresos lo que hace que el AROPE baje. Sin embargo, es la parte de la Privación Material Severa (resumida en el primer párrafo de este artículo y con la mayoría de indicadores al alza) la que nos sirve para conocer el impacto de la pandemia sobre las murcianas y los murcianos.
Nos encontramos, por tanto, que la Región de Murcia inició en 2015 un proceso de descenso de la población en riesgo de pobreza y exclusión social que la pandemia ha liquidado. Hemos pasado en esos años del 44,9% al 29,7%.
Ese proceso de descenso también entraña su complejidad. Comienza en 2014 cuando casi la mitad de la población regional estaba en riesgo de pobreza y no hemos conseguido a pesar de todo llegar a datos de pobreza inferiores al estallido de la crisis de 2008. El índice de pobreza en la Región de Murcia sigue siendo más de 3 puntos superior a la media nacional y somos la quinta CCAA con este índice más alto.
Consideramos que ese descenso se debe en parte a determinadas políticas sociales como la Renta Básica de Inserción (de carácter autonómico). Cuando se toman medidas correctas para luchar contra la pobreza, se ven los resultados.
Esas medidas y esa inversión deben ser ahora mayores que nunca. Deben, además, ajustarse a la realidad, tener objetivos claros y presupuestos acordes a los objetivos que se buscan, que no deben ser otros que atender los derechos que todas y todos tenemos. Y al hablar de presupuestos, tenemos que señalar la oportunidad que ofrecen los fondos del nuevo periodo de programación del FSE+ y FEDER, buena parte de los cuales se deben destinar precisamente a la lucha contra la pobreza. Hace falta, por tanto, avanzar en el cumplimiento del II Pacto de Lucha Contra la Pobreza diseñando y ejecutando una estrategia regional que pare el golpe de la pandemia y que nos permita mantener la senda de reducción de pobreza.