Este artículo se publicó en la sección «Una ventana al tercer sector» en el diario La Verdad con la firma de Rosa Cano, presidenta de EAPN Región de Murcia (ver aquí)
La responsabilidad de las personas en la sociedad es fundamental para el desarrollo y la cohesión de cualquier comunidad. Esta responsabilidad implica una serie de obligaciones y deberes que cada individuo debe asumir para contribuir al bienestar colectivo. En este artículo, exploraremos diversos aspectos de esta responsabilidad, incluyendo su definición, sus manifestaciones en diferentes contextos sociales y su importancia para la construcción de una sociedad más equitativa y justa.
La responsabilidad individual es esencial para el desarrollo personal y comunitario. En primer lugar, permite a las personas asumir el control de sus vidas. Al reconocer que nuestras acciones tienen consecuencias, nos volvemos más conscientes de nuestras decisiones y, por ende, más capaces de dirigir nuestras vidas hacia metas y objetivos comunes. La responsabilidad individual fomenta la autonomía, la autoestima, la conciencia de lo común y la capacidad de enfrentar unidos desafíos colectivos.
En el ámbito social, la responsabilidad individual es crucial para la convivencia armoniosa. Una sociedad en la que los individuos son responsables de sus acciones es una sociedad más justa y cohesionada. Cuando las personas cumplimos con nuestros deberes y obligaciones, contribuimos al bienestar común, disminuyendo los conflictos y fortaleciendo el tejido social. La responsabilidad individual también promueve la justicia social, ya que implica rendir cuentas y aceptar las consecuencias de nuestras acciones.
Cuando los individuos y las organizaciones asumen su responsabilidad con la comunidad, se generan condiciones para el bienestar colectivo y se fortalecen los lazos comunitarios. La responsabilidad social promueve la justicia social, la igualdad de oportunidades y el respeto por los derechos humanos, creando entornos donde todas las personas pueden desarrollarse plenamente.
A pesar de su importancia, la responsabilidad social enfrenta varios desafíos en el mundo contemporáneo. La globalización, la desigualdad y la crisis ambiental son factores que nos obligan a la implementación de prácticas responsables, mientras que el individualismo y la falta de conciencia social pueden obstaculizar la adopción de comportamientos responsables.
Uno de los principales desafíos es la falta de educación y conciencia sobre la responsabilidad social de la ciudadanía en el cuidado de lo común. Es fundamental promover una educación que transmita valores éticos y cívicos desde una edad temprana, y que fomente la conciencia sobre la interdependencia entre las personas y el entorno. Las campañas de sensibilización y los programas de formación pueden ayudar a desarrollar una cultura de responsabilidad social ciudadana.
Los gobiernos tienen un papel crucial en la promoción de la responsabilidad social ciudadana, a través de políticas públicas y regulación; incluyendo la implementación de leyes y normas que fomenten prácticas responsables en las personas, las empresas, las organizaciones y las instituciones, como la protección de los derechos laborales y ambientales, y la promoción de la participación ciudadana en la vida pública. Las políticas públicas deben estar orientadas a crear un marco favorable para la responsabilidad social, incentivando las buenas prácticas y sancionando las conductas irresponsables.
La tecnología y la innovación también pueden ser herramientas poderosas para promover la responsabilidad social. Las tecnologías de la información y la comunicación facilitan la participación ciudadana, la transparencia y la rendición de cuentas. Además, la innovación en procesos productivos y el desarrollo de tecnologías limpias pueden contribuir significativamente a la sostenibilidad ambiental y al bienestar comunitario.
La responsabilidad de las personas en la sociedad es un pilar fundamental para el desarrollo humano y la sostenibilidad. Asumir esta responsabilidad implica un compromiso activo con el bienestar de los demás, la protección del medio ambiente y la participación en la vida comunitaria y democrática. A través de la responsabilidad social, es posible construir una sociedad más justa, equitativa y sostenible, donde todas las personas tengan la oportunidad de desarrollarse plenamente, contribuyendo al bien común. La educación, las políticas públicas y la innovación son herramientas clave para fomentar una cultura de responsabilidad social y enfrentar los retos colectivos.
Sin embargo, como estamos desde una ventana abierta al tercer sector, cabe una reflexión más profunda que nos interpela directamente: ¿cómo tiene que ser la responsabilidad social de una entidad del tercer sector?
Más allá del hecho de ser entidades sin ánimo de lucro que trabajan para mejorar la vertiente social, ambiental, cultural, de género, etc., de la sociedad, ¿tienen que ser las entidades del tercer sector responsables socialmente? Nosotros creemos que sí, pero existe el riesgo de creer que por el hecho de ser entidades sociales sin ánimo de lucro que trabajan por el bien común, la responsabilidad social la llevan en el ADN, cuando lo cierto es que la deben acreditar con la coherencia entre sus valores y sus prácticas.
La Responsabilidad Social va mucho más allá de las acciones o resultados directos o indirectos del modelo de trabajo de la entidad, sea cual sea (intervención, sensibilización, participación, etc.). Supone una correcta gestión de recursos, un comportamiento ambiental respetuoso con el medio, una ética y una transparencia en la gestión económica, una correcta gestión de las personas, desde la conciliación, hasta los salarios dignos o los planes de desarrollo profesional; y siempre, un acto de coherencia con la misión, la visión y los valores propios de las entidades.
Las entidades sociales no solo deben impulsar la responsabilidad social en los diversos actores de la sociedad, también deben ser actores de sus propias políticas de responsabilidad social, desde la coherencia entre su misión y sus prácticas.
Con las nuevas corrientes de la responsabilidad social corporativa en territorios socialmente responsables, y la generación de alianzas entre agentes diversos, cada vez más entidades se encuentran desarrollando políticas de responsabilidad social. El paradigma de la Responsabilidad Social Corporativa en el siglo XXI ya no será la filantropía, sino el crear valor corporativo, social y comunitario.