Este artículo se publicó originalmente en la sección «Una venta al tercer sector» de La Verdad el 29 de mayo de 2025 y se puede leer aquí.
Si nos preguntaran qué imagen se nos viene a la cabeza cuando pensamos en alguien en pobreza, es probable que dicha imagen fuese la de alguien viviendo en la calle. El sinhogarismo es una de las formas extremas de pobreza, pero no es la única. De hecho, uno de los empeños de la Red de Lucha Contra la Pobreza y la Exclusión Social en la Región de Murcia es compartir la idea de que la pobreza no es solo una cuestión de quien vive en la calle o de quien se encuentra en la obligación de pedir para subsistir. La pobreza y el riesgo de exclusión social es el conjunto de situaciones de fragilidad y vulnerabilidad que van desde esa pobreza extrema a situaciones en las que todo parece estar bajo control hasta que surge un imprevisto. Es complicado saber cuántas personas viven en situación de sinhogarismo porque una de las características de la pobreza extrema es la falta de interés en conocerla. Lo que sí sabemos es cuántas murcianas y murcianos no pueden afrontar gastos imprevistos: un 42%. Para casi la mitad de personas de la Región, ir al dentista, reparar una avería inesperada del coche o arreglar las gafas que se han roto puede suponer un serio inconveniente.
La pobreza no es cosa de unas pocas personas. Un 32% de nuestras vecinas y vecinos, una de cada tres, está en riesgo de pobreza y exclusión social. Los problemas de las personas en pobreza son los problemas de la Región en su conjunto: educación, empleo, vivienda… En el caso de la vivienda esta afirmación es más que evidente.
Según el último informe Foesa, en la Región de Murcia, el gasto excesivo en vivienda era uno de los problemas que afectaba a más población (solo por detrás de la inestabilidad en el empleo). En mayo de 2025, conocimos los datos del INE según los cuales «la Región de Murcia es la comunidad con mayor tasa de hogares de cuatro o más miembros». Este dato está vinculado con un contexto socioeconómico con enormes, a veces insalvables, dificultades para el acceso a la vivienda. Hay jóvenes que quieren independizarse y no pueden y personas trabajadoras a las que no les queda más remedio que compartir piso.
Con la pobreza pasa como con los accidentes de tráfico, pensamos que es algo que les pasará a los demás, pero nunca a nosotros. No hay que estar necesariamente en pobreza para tener problemas relacionados con la vivienda. En enero de 2025 casi se produce un desahucio en un edificio barcelonés conocido como Casa Orsola. Se trata de un bloque de viviendas de alquiler que compró un fondo de inversión con la intención de convertirlo en viviendas de lujo para alquiler temporal. A las personas inquilinas que allí vivían, les comunicaron que no les renovaban el alquiler o se lo subieron a más del doble. Esto fue lo que le pasó a Josep, un profesor de Secundaria que vivía allí 24 años y al que este fondo de inversión subió el alquiler de 700 euros al mes a 2.100 euros. Josep, que igual pensó que los desahucios era algo que les pasaba a los otros, estuvo a punto de perder su casa.
En una situación parecida está ahora el escritor Ramón de España. En riesgo de ser desahuciado, reconoce que nunca se había interesado por la crisis de la vivienda y que solo se ha dado cuenta cuando han intentado echarle a él. Los fondos de inversión y las viviendas de alquiler temporal no son algo desconocido en la Región de Murcia. De hecho, el parque de pisos turísticos se ha doblado desde 2020 y es una de las causas que explica el notable incremento en el precio de los alquileres (un aumento del 11% en 2024).
Esa toma de conciencia, aunque sea cuando el problema se nos presenta es algo que desde EAPN Región de Murcia consideramos clave para ponernos manos a la obra. Una toma de conciencia que debe ser doble: del problema y del tipo de solución que debemos proponer.
El problema debe ser reconocido en toda su extensión: desde quien viva en la calle o en algún asentamiento chabolista, hasta quien deba pelear mes a mes con el alquiler o la hipoteca, pasando por quien no puede hacer planes de futuro porque no se puede emancipar o quien vive en una infravivienda sin un mínimo de condiciones.
Los problemas comunes deben resolverse en común. El problema de la vivienda debe enfrentarse desde la toma de decisiones políticas basadas en la premisa de que la vivienda es un derecho, un bien de uso y no especulativo. Que permite acceder a otros derechos. Una casa es el mejor sitio desde el que empezar a salir de la pobreza. Una casa es también el mejor sitio desde el que protegerse de la pobreza. La vivienda es un derecho constitucional, el cimiento que permite avanzar en los procesos de inclusión social.
Son muchos los problemas asociados a la vivienda y la exclusión residencial, siendo en este momento, uno de los tres principales problemas que más afectan a la población. Según el barómetro mensual del CIS publicado en junio de 2024, un 83,6% de los españoles creen que no todos tienen las mismas oportunidades para acceder a una vivienda. Existen problemáticas de vivienda estructurales, que necesitan de medidas directas y sostenibles que ofrezcan soluciones definitivas. Por ello, es preciso realizar un abordaje unificado de estos problemas, que coordine distintas políticas y administraciones con competencias compartidas o exclusivas, y adecuadamente financiado, que consiga la garantía del acceso a una vivienda digna como un derecho, tal y como contempla nuestra Constitución en su artículo 47 y en la ley por el derecho a la vivienda. Necesitamos una estrategia de actuación para garantizar una vivienda adecuada con un enfoque de derechos humanos.