La feminización de la pobreza no es solo que los indicadores de pobreza afecten con mayor contundencia a las mujeres. Es también la forma en la que la discriminación de género hace que la pobreza sea peor. Sin embargo, la lucha contra la pobreza también se puede feminizar como demuestran esta serie de entrevistas.
Puedes conocer la campaña, el material y las acciones en el siguiente enlace:
Nací en Guayaquil – Ecuador y adquirí también la nacionalidad española en el año 2006, homologué mi título a ingeniera técnica en informática de gestión. Trabajo en la Asociación Murcia Acoge para la Red Acoge, una asociación de solidaridad con las personas inmigrantes y que lucha por la defensa de sus derechos. Trabajé para la comunidad ecuatoriana en el Servicio hipotecario de la Embajada del Ecuador en su Consulado en Murcia en la que se luchó por proteger el derecho a una vivienda digna y contra los abusos de la banca.
Emigré de mi natal Guayaquil con la finalidad de reunirme con mi única hermana, que fue de las primeras mujeres inmigrantes en Murcia en el 1999 a pesar de su corta edad. Una decisión quizás poco meditada y tomada desde el corazón. Aquí me enamoré de una persona a la que también admiro y formé una familia. Soy madre de 2 niñas hermosas que han llenado mi mundo de felicidad y por las que me levanto cada mañana con una sonrisa.
Salí de un país marcado por graves problemas sociales, políticos y económicos: el desempleo, la pobreza extrema, el trabajo infantil, la delincuencia organizada, la corrupción y el saqueo de los recursos del estado, además de una crisis financiera provocada para preparar el marco perfecto para la estafa a la que llamaron “feriado bancario”.
Me consideran una persona pro-activa y comprometida, sobre todo con los colectivos más vulnerables, optimista y luchadora. Aunque soy flexible también puedo ser terriblemente testaruda si la causa no la considero justa.
He sido voluntaria en la asociación Rumiñahui que al igual que Murcia Acoge es una organización sin ánimo de lucro que defiende y reivindica los derechos de las personas migradas, también en la Asociación de Usuarios de Perros Guía de la ONCE apoyando sus campañas y actividades en las que se reivindica el derecho a la accesibilidad de las personas ciegas o con deficiencia visual y he participado activamente en el Movimiento feminista de Murcia en la lucha por los derechos de las mujeres.
¿Qué te dice, desde tu práctica diaria, la expresión “feminización de la pobreza”?
En el caso de las mujeres migrantes, la pandemia del COVID-19 no solo ha profundizado la crisis económica actual que afecta sobremanera a esta población en la Región de Murcia, sino que ha dejado al descubierto la tremenda infravaloración de su trabajo en áreas como salud, educación, limpieza, servicios alimentarios, trabajo agrícola, cuidado de niños y ancianos. Las medidas de confinamiento, cuarentenas y distanciamiento físico además han cortado su acceso a fuentes vitales de apoyo y les expuso a un mayor riesgo de violencia en sus hogares o lugares de trabajo al verse atrapadas con parejas o agresores en sus propios hogares, en el que no solo lo están las mujeres sino también las niñas. Así lo ha revelado un informe reciente de la ONU.
Aunque las mujeres representamos la mitad de la población, resulta que el 70% de las personas pobres en el mundo somos mujeres. Según Amnistía Internacional, a escala mundial, tres cuartas partes de las personas adultas analfabetas son mujeres. Para las mujeres, la pobreza es a la vez causa y consecuencia de la violencia que puede ser física, sexual o psicológica y que afecta no solo a ellas sino a su familia y a la sociedad. Esa pobreza es la causa por la que a las mujeres se les dificulta escapar de relaciones abusivas. En el caso de las madres con hijos menores y en situación documental irregular el miedo a perder la custodia de sus hijos siempre está allí, sobre todo de carecer de una red de apoyo familiar o económica.
En algunos países la pobreza y la marginación expone a las niñas como blanco de la violencia, a cambiar la vida que deberían vivir como niñas para trabajar y poder costear su modo de supervivencia. El matrimonio a edad temprana, incluso en países donde está prohibido legalmente, es otra de las razones por las que las niñas no van a la escuela o abandonan los estudios. Familias que deben elegir cuál de sus hijos accede a educación y que puestos a elegir será el varón por considerarlo sostén económico de la familia y las niñas compartirán tareas domésticas y agrícolas con su madre.
Es especialmente relevante que somos las mujeres de origen extranjero, quienes afrontamos no solo la experiencia migratoria marcada especialmente por estas desigualdades de género tanto en destino como en origen, sino los esfuerzos para hacer frente a la actual crisis que puede conducir a un aumento de la violencia contra las mujeres.
¿Podrías ilustrarnos con un ejemplo de qué manera diferente afecta la pobreza y la exclusión social a hombres y mujeres?
Como te decía, en algunos países la misma legislación determina esa discriminación, es así que por ejemplo las mujeres no tienen el mismo acceso que los hombres a recursos y medios de producción como la tierra, el crédito o la herencia como en países del África subsahariana a pesar de ser en su mayoría mujeres quienes trabajan en el sector agrícola. O como Arabia Saudí con el derecho a voto, como Nigeria con la impunidad de la violencia de género o como Chile en el que por ejemplo el marido es el titular de la custodia de los bienes conyugales.
Mujeres que a pesar de vivir en países donde existen leyes que les protegen, sufren la discriminación de ser mujer con sueldos inferiores al de los hombres y la mayor parte de su trabajo no es remunerado. Se discrimina a la mujer por el mero hecho de serlo negándoles su derecho a la salud, la educación, la vivienda y los alimentos. En Sudáfrica por ejemplo, las mujeres en especial las de raza negra, se ven afectadas de forma desproporcionada por la pobreza y por la pandemia de VIH.
«La discriminación está presente en la cultura y la religión, pero también el marco jurídico del propio Estado sobre aspectos familiares, económicos, laborales y de otra índole», lo decía en su informe hace poco Amnistía Internacional sobre las leyes discriminatorias por género en al menos 36 países.
En España, en el ámbito laboral por ejemplo existen sectores claramente feminizados, por ejemplo el del trabajo doméstico y los cuidados. Es destacable la feminización del sector de empleados y empleadas del hogar, ya que el 94% de las afiliadas extranjeras a este régimen somos mujeres. Las trabajadoras domésticas migrantes, no solo que en su gran mayoría no cuenta con autorización de trabajo, sino que el régimen de empleada de hogar, hace que actualmente estén discriminadas y excluidas de numerosas protecciones de la legislación laboral que muestra una situación de franca vulnerabilidad y precariedad laboral.
Una práctica muy común en el sector es que no se cotice por lo que realmente corresponde: bien porque las cuotas a la Seguridad Social no están actualizadas o bien porque, como sucede con bastante frecuencia, se haya obligado a la trabajadora a firmar un contrato por debajo de sus condiciones reales de jornada y salario para, de este modo, abaratar la cuota que correspondería abonar a la parte empleadora, lo que no solo supone un fraude a la tesorería de la Seguridad Social, sino que implica recibir prestaciones y jubilaciones por debajo de las que realmente corresponderían; una situación de especial vulnerabilidad que en este momento actual supone consecuencias más nefastas aún.
Un rasgo de fuerte concentración ocupacional en torno al servicio doméstico que se proyecta al conjunto de su inserción en el mercado de trabajo español. Precisamente en el régimen interno, la presencia de mujeres migradas es abrumadora (más del 95%) y un tanto por ciento importante lo componen trabajadoras «en situación administrativa irregular» tal como denunciaban hace poco las Plataforma de Asociaciones de trabajadoras de hogar y cuidados.
Son tres las principales ocupaciones de las mujeres inmigrantes extracomunitarias en España: trabajos domésticos y de cuidados, limpiadora y camarera, nichos de empleo peor remunerados y peor valorados socialmente por ser ámbitos laborales de naturaleza informal y poco regulados.
Más del 40% tiene estudios superiores. Por un lado, se trata de unas cifras que chocan frontalmente con el imaginario o sentido común colectivo extendido dentro de la sociedad española sobre dichas mujeres que tiende a representarlas como un colectivo sin estudios ni competencias laborales; por el otro, se trata de unas cifras de educación superior que no se corresponden con el nivel ocupacional de las mujeres inmigrantes.
Mujeres que se encuentran sobre-cualificadas, en el sentido de que se trata de mujeres que desempeñan trabajos que están por debajo de su nivel de competencias profesionales.
Sectores como salud, educación, limpieza, servicios alimentarios, trabajo agrícola, cuidado de niños y ancianos, son los que en el contexto actual están sosteniendo las vidas y son casualmente los más perjudicados, en muchos casos desarrollándose en condiciones precarias, feminizados e infravalorados.
Se habla de la doble discriminación en el caso de, por ejemplo, mujeres inmigrantes. Trabajas en Murcia Acoge así que suponemos que os encontráis con frecuencia este tipo de situaciones. ¿Qué dificultades especiales debe enfrentar alguien por ser mujer y además ser inmigrante?
Las mujeres hemos sido las protagonistas en los procesos migratorios, las primeras en dar el paso. Representamos más de la mitad de la población migrante, según datos del INE, tanto a nivel económico como social ejercemos activamente en estos ámbitos. En un estudio que realizamos desde Red Acoge en el 2019 sobre “Derechos de las mujeres migrantes en situación irregular en España” entre los principales motivos para migrar residen haber sufrido violencia de género en el seno de la pareja o ex pareja. También las mujeres que han sido torturadas por medio de violencia física, psicológica o sexual o porque han sido perseguidas por su orientación sexual.
Se dan tres grandes causas que explican la migración femenina: económicas (pobreza o desempleo), sociales (discriminación, reunificación familiar o dependencia económica) y las relacionadas con violencia (inseguridad, corrupción y delincuencia organizada) – según la Organización Internacional para las Migraciones (IOM).
Cuando inician su recorrido migratorio, entre un 25 y 80% de las mujeres terminan siendo víctimas de violencia sexual, reproductiva, explotación sexual forzada o discriminación – Según un informe de ONU – Mujeres, en el que presentan los riesgos de violencia sexual contra niñas y mujeres no sólo en los trayectos de migración sino también en los albergues y centros de acogida. Estas situaciones tienden a quedarse impunes dadas las condiciones de vulnerabilidad de las víctimas; por miedo, amenazas o falta de información.
En la mayoría de los casos, de los hogares de mujeres inmigrantes en España se vive una aguda situación de desigualdad de género basada en arraigadas concepciones sobre los roles femenino y masculino que les condena a realizar la mayor parte del trabajo doméstico y de cuidado y a cargar con él, en su proceso de inserción en el mercado de trabajo: son ellas las que realizan de forma habitual las tareas de limpiar y ordenar la casa y la comida, y quienes realizan la compra. Son ellas quienes afrontan el cuidado de los niños y sobre quienes recae una media de siete veces más esfuerzo en las tareas domésticas que los varones. Un desequilibrio de género en el hogar que se traslada al mercado de trabajo, ya que deben encargarse de complementar su trabajo asalariado con dichas tareas domésticas y de cuidado. Afectando así negativamente a sus trayectoria profesional, a su capacidad de recualificación y, finalmente, a sus propias condiciones de vida diarias, que muchas veces pueden llegar a ser extenuantes por la intensificación y la concentración de tareas dentro y fuera del hogar. Una desigualdad de género que las mujeres migrantes comparten, y padecen, con las mujeres españolas.
En la Región de Murcia ya hay segunda generación de niñas y chicas inmigrantes. ¿Crees que su situación es mejor que la de sus madres y abuelas?
En algunos países y debido a leyes discriminatorias y prohibitivas hacia las mujeres o por normas sociales restrictivas, son grandes las dificultades que ellas deben sortear para abandonar sus países por esa jerarquía de poder del hombre sobre la mujer. El caso es que estas desigualdades pueden marcar incluso el destino fijado y el recorrido por canales migratorios irregulares quedando expuestas a vivir de forma precaria o en extrema vulnerabilidad a manos de sus empleadores o de redes de trata.
Hay países en los que las desigualdades de género están presentes incluso en sus leyes. En otros países aparentemente desarrollados, existen leyes de igualdad que no llegan a cumplirse y se debe principalmente a la discriminación de la que somos objeto a causa del género.
Aunque es evidente la mejora de vida de muchas niñas y jóvenes migrantes en relación a la situación de sus madres o abuelas por ejemplo por la escolarización de la segunda generación que les ha evitado lidiar con las trabas burocráticas del idioma en muchos casos, el camino por andar aún es largo para lograr la equidad de género. Sin embargo, no podemos obviar que la pobreza y la desigualdad económica y social marca la vida de estas niñas o jóvenes.
Y es que no solo deben enfrentarse con estas desigualdades sino también con la situación de precariedad y pobreza existente en la región de Murcia, me refiero concretamente al empleo, el trabajo o la vivienda digna y un añadido, la posible pérdida del permiso de residencia de sus progenitores por falta de contrato de trabajo, para aquellos que no han optado por la nacionalidad española o no han podido hacerlo debido a no renunciar a su nacionalidad de origen, lo que les dejaría no solo fuera del mercado laboral sino también imposibilitados de poder acceder a contratar una vivienda, a cuentas bancarias, a ayudas sociales e incluso tratamientos médicos si no son urgentes.
Por un lado el mercado de trabajo al que ellas no pueden acceder por falta de oportunidades. Según la EPA de Murcia para el pasado año 2020, para las mujeres la tasa de desempleo fue del 18.9%, es tremendo que en mujeres menores de 20 años sea del 46,1%.
Considerando la importancia de una vivienda digna, no solo como alojamiento sino como instrumento integrador, con un ratio de personas adecuadas; el acceso a ésta es desalentador no solo por la inexistente oferta de vivienda VPO, sino por la escasísima oferta de vivienda en alquiler (paradójicamente con viviendas cerradas a cal y canto por las mismas instituciones bancarias que fueron rescatadas por parte del estado) con una tasa interanual, donde el crecimiento del precio del alquiler de la vivienda llega al 5,7%, se ha incrementado un 34% en los últimos 5 años. Estamos hablando de especulación, alquileres que superan los 600 euros y que son claramente inaccesibles sin un contrato de trabajo a lo que hay que sumar la negativa de muchos propietarios a alquilarles si éstas son racializadas o árabes.
Para el caso de madres jóvenes, el escaso acceso a guarderías imposibilita estudiar o trabajar, lo que las empuja a una situación de vulnerabilidad e incluso de violencia.
Actualmente en la región es evidente la relación directa entre pobreza y pandemia que va a más y que se refleja por ejemplo en la pobreza energética de los hogares, un 26.2% y particularmente los datos del INE hablan de un 83% pertenecen a un hogar mono parental con una mujer al frente. Esto va directamente relacionado también con la pobreza tecnológica que sufren menores migrantes que no han podido acceder por ejemplo a sus clases telemáticas en esta pandemia por falta de recursos tecnológicos. Una realidad que lastra porque la falta de educación tiene consecuencias que duran toda la vida.
Y aquí creo que tanto los gobiernos sean estos nacionales o territoriales, la clase política y las instituciones gubernamentales, así como las organizaciones que defendemos los derechos humanos tenemos que involucrarnos activamente para garantizar los derechos de las mujeres. También estimo que como sociedad estamos llamados a actuar, a exigir desde todos los ámbitos una igualdad real.
Como decíamos, trabajas en Murcia Acoge, en concreto en el programa “Inmigracionalismo”. ¿Nos podrías contar en qué consiste?
La movilidad como derecho hoy en día está configurada por su carácter global y el incremento de la intensidad de los flujos migratorios. Es así que cada 18 de Diciembre tenemos la celebración del “Día Internacional de las Personas Migrantes” y a la que desde nuestra entidad nos sumamos cada año.
Las migraciones por lo tanto, se convierten en un tema de actualidad. De hecho llevamos un par de años en el que gracias al discurso político y a las políticas de Europa Fortaleza, hemos visto incrementada su figura con mayor presencia en los medios.
“Inmigracionalismo, migración y medios de comunicación” es un proyecto que ejecuta RED ACOGE a nivel de toda España a través de organizaciones pertenecientes a la red, en este caso en Murcia lo ejecuta la Asociación Murcia Acoge pero también está presente en Córdoba, Burgos, Logroño, Madrid, Salamanca, Valencia, Valladolid y Vigo.
Se trata de un proyecto subvencionado por la Dirección General de Inclusión y Atención Humanitaria, cofinanciado por el fondo de asilo, migración e integración de la UE cuyos objetivos son: analizar el tratamiento mediático de las migraciones en España, implicar a los agentes clave (periodistas, estudiantes de periodismo y/o comunicación y ciudadanía en general) en el proceso de investigación y mejora del tratamiento mediático de las migraciones y posicionar el objeto que motiva esta investigación y sus resultados en la agenda pública.
Entre las acciones que tenemos previstas para el presente año está el análisis de piezas informativas; la realización de focus groups con profesionales del ámbito periodístico; acciones de formación y sensibilización; y la elaboración de un informe final, además de una guía operativa para periodistas o manual de buenas prácticas periodísticas.
¿Consideras que los medios de comunicación abordan correctamente las cuestiones de género?
Las cuestiones de género son clave para entender el fenómeno y combatirlo hasta la igualdad real y los medios de comunicación tienen la responsabilidad de ser proactivos en este ámbito. Por eso debemos combatir prejuicios al respecto como los roles de género donde las mujeres somos las pasivas y débiles mientras los hombres son agresivos y fuertes.
En la actualidad cada vez más mujeres migramos de forma independiente, en vez de hacerlo como “dependientes” familiares ya sea viajando con sus parejas o reuniéndose con ellas en el exterior, por lo que realizan un papel más protagónico y personal en los procesos migratorios. Nuestra migración tiene los mismos efectos económicos. Somos actores principales y ejercemos como agentes activas no solo a nivel económico, también en lo social.
En un proceso migratorio se tiende a ver a los hombres como viajeros y aventureros y a las mujeres como estáticas ligadas a su hogar y responsable única de sus hijos. Donde las actividades realizadas por los hombres son trabajos y no lo son las tareas del hogar y del cuidado realizadas por las mujeres.
Actualmente en España viven, según publica la ONU, 6.104.203 de inmigrantes, lo que supone un 12,9% de la población de España. La inmigración femenina es superior a la masculina, con 3.190.456 mujeres, lo que supone el 52.26% del total de inmigrantes, frente a los 2.913.747 de inmigrantes varones, que son el 47.73%.
¿Cómo crees que podrían mejorar este abordaje?
Consideramos que los medios de comunicación son aliados estratégicos activos, por lo que proponemos el tratamiento mediático de las migraciones desde una perspectiva de derechos humanos y también de género donde la mujer migrante sea también protagonista.
A menudo nos encontramos con la ausencia de perspectiva multicultural o intercultural, con una identidad estereotipada en el que toma protagonismo un modelo paternalista o victimista, con una valoración social negativa y un modelo de choque cultural hostil. Durante y después de las crisis, esto hace que pueda surgir estereotipos previamente latentes y dar lugar a la difusión de mensajes de odio.
Dada la trascendencia de los medios de comunicación, es imprescindible que desde el periodismo se escuche la voz y se dé voz a las mujeres migrantes, se reconozca su valía y la contribución de ésta a la sociedad en la que se ha establecido y su participación activa en ella. Una forma es acercar historias de vida, acercar las migraciones a la sociedad explicar su importancia. Difundir un mensaje en femenino desde un enfoque más constructivo y propositivo.
En Red Acoge hemos diseñado un “Manual de buenas prácticas contra el inmigracionalismo” donde damos algunas pautas para un tratamiento positivo de la inmigración. Está disponible en nuestra web www.inmigracionalismo.es.
¿Qué valoración haces de la influencia de las redes sociales en la conversación pública? ¿Favorecen que voces minoritarias encuentren un espacio para ser escuchadas o sobredimensionan los discursos de odio?
Ambas son correctas y allí tengo que decir que la tecnología favorece la educación y sus avances son siempre buenas noticias. La educación en derechos humanos es imprescindible para erradicar los discursos de odio.
En las redes sociales últimamente se ha dado cabida al discurso del odio al inmigrante, potenciando noticias no contrastadas o sin contextualizar, por eso apelamos a la responsabilidad periodística en sus piezas informativas en un contexto de miedo y desconocimiento como suele ser el de la migración. Porque en redes sociales el mensaje se amplifica, también las informaciones falsas o fakenews desde medios afines, cuentas falsas o creadas específicamente con el fin de dividir a la población y que han sabido rentabilizar el miedo al diferente, el rechazo a otras que difunden ciertos grupos políticos que han visto en la inmigración su nicho para un puñado de votos estimulando la xenofobia. Y es que el problema radica en que parte de la población no sabe aún distinguir una noticia real de una falsa o fake news. Puede ser porque el alto volumen de información que nos ofrecen las redes sociales nos impide tomar lectura de la totalidad de las noticias y poder ser reflexivos con ello.
Hace poco lo conversábamos en una charla de sensibilización con un grupo de jóvenes de un instituto en Murcia y es que algunos aún no sabían cómo contrarrestar el discurso del odio. Es importante primero no contribuir a la difusión ni de discursos de odio ni de fakenews y también es importante denunciarlos ante la plataforma, porque van aún más allá, a veces conducen a cometer delitos. De ahí la importancia de que toda la sociedad, juventud incluida se movilice y en vez de hacerse eco de ese tipo de informaciones difunda cultura, respeto a la diversidad, amistad, integración, interculturalidad, igualdad.
Y aunque es realmente difícil “controlar” la cantidad de discurso de odio que hay en internet, afortunadamente las principales redes sociales ya están tomando medidas para frenar la distribución de este tipo de informaciones. Facebook, Twitter o Whatsapp permiten atajar este tipo de discursos. Twitter ha procedido al borrado de perfiles falsos en cuanto los detecta, Whatsapp limita su distribución, de ahí que es importante como decía antes denunciarles.
Desde Red Acoge tenemos una herramienta por cierto muy útil para denunciar los delitos de odio que se puede descargar desde la Play Store llamada “Alerta Discriminación” y en ella podemos denunciar toda práctica discriminatoria tanto por redes sociales como en otros espacios.
Esta entrevista se publica con motivo del 8M de 2021. ¿Qué significa esta fecha para ti? ¿Qué acciones crees que son las más apropiadas para esta fecha?
El 8M se convirtió en un hito, lo marcamos las mujeres en un “hasta aquí”. Hemos salido a las calles pacíficamente pero con rabia por tanta injusticia. Para romper ese silencio indecente, en el que muchas mujeres han sido sometidas, vejadas, maltratadas, invisibilizadas, estigmatizadas, asesinadas por el patriarcado. Y no ha hecho falta violencia para decir que somos fuertes, ha sido un día en el que recordamos nuestra sororidad, todas a una.
Como todos los años y desde varios colectivos se están organizando acciones para apoyar las concentraciones feministas que tendrán lugar ese día. Serán concentraciones descentralizadas con un máximo de 500 personas. Ese día como años anteriores las mujeres seguiremos siendo reivindicativas simplemente porque es necesario y hay muchas formas de serlo, todas respetables por supuesto. Podemos denunciar lo que nos oprime incluso con gestos desde los balcones, desde las redes. En este momento de emergencia sanitaria hemos tenido que sacrificar muchas cosas, creo que mientras se cumplan las normas sanitarias cada mujer es libre de elegir cómo reivindica ese día y los demás del año en todos nuestros actos cotidianos. Pero está claro que habrá que plantearse por qué han levantado tantas ampollas las concentraciones feministas y no la de los hosteleros por ejemplo, o la de los sanitarios.
¿Eres feminista?
Sí, ¡claro que soy feminista!. Soy feminista porque creo en la libertad, donde las mujeres puedan expresar libremente lo que piensan. Donde ninguna mujer tenga que estar sumisa o invisibilizada. Donde no existan las violencias.
Soy feminista por el futuro de mis hijas, porque un futuro mejor para ellas y para todas las mujeres es posible.
Soy feminista porque no exista la brecha salarial, porque no exista el proxeneta, porque las mujeres podamos ejercer libremente el trabajo que decidamos sin tener que estar precarizadas, vejadas o mercantilizadas.
Soy feminista por un mundo donde no haya ni una sola mujer mutilada, ni estigmatizada en el que se respete sus costumbres, su cultura sin victimizarla ni criminalizarla y sin sometimientos.
Soy feminista por un reparto equitativo en el trabajo doméstico y de cuidados. Un mundo sin predominio, autoridad ni ventajas sobre nosotras, donde no exista la cultura patriarcal. Soy feminista por las que no están.
Puedes cerrar la entrevista diciendo lo que consideres…
Durante muchísimos años las mujeres hemos sido invisibilizadas, incluso cuando hemos marcado la historia. Algunas han sido reconocidas tardíamente, otras siguen allí en segundo plano de la vida social porque así lo ha decidido una sociedad patriarcal que las ha relegado a ser las únicas responsables de los cuidados de sus hijos e hijas, de madres y padres, de las tareas del hogar pero además responsables económicas de su hogar. Una desigualdad marcada por el género.
Me gustaría enviar un abrazo fraterno y mi apoyo a las mujeres que en esta sociedad aún permanecen invisibilizadas, a aquellas que no tienen voz. A aquellas que no podrán parar para leerla. A aquellas que trabajan sin descanso en el campo, en el almacén, a aquellas que tendrán que esperar al domingo para tener un respiro porque trabajan de internas. A esas mujeres que no tuvieron ni un día libre cuando nos confinaron. A aquellas a las que la pobreza ha marcado especialmente a causa de su situación administrativa irregular. A las que cuentan los días en que serán desahuciadas de su vivienda sin ninguna alternativa para ellas y su familia y a las que lo han sido.
A aquellas que siguen presas de una relación tóxica o de malos tratos, agresiones o abusos. A aquellas que no disfrutan de su libertad a causa de una condena.
A aquellas que han sido apartadas de sus hijos o hijas. “Patriarcado y capital, alianza criminal” no es solo una consigna.
A aquellas que sufren las consecuencias de tener lejos sus redes familiares y sociales a causa de haber tenido que huir de su país, a aquellas que en su trayecto han sido marcadas por la violencia.
A aquellas que ya no están.
Mi lucha y la de muchas también es por ellas.