Intervención de Miguel A. Esteban Yago (Departamento de Economía Aplicada de la Universidad de Murcia) en la jornada «La investigación como herramienta de transformación y avance social«.
Antes de desarrollar algunas ideas que justifican el título de esta colaboración, quisiera agradecer a EAPN-Región de Murcia y al Consejo Económico y Social de la Región de Murcia la confianza que han depositado en mí, no solo para participar en esta Jornada sino por la colaboración, desde hace muchos años, en diversas investigaciones (informes, estudios, Memorias…).
Así mismo, he de agradecer a ambas instituciones, que a lo largo de los años hayan incrementado el acervo de conocimiento sobre la realidad económica y social de la Región de Murcia. Como usuario habitual de sus publicaciones, considero que constituyen una herramienta básica para el mejor conocimiento de nuestra Región, y que han generado una gran cantidad de materiales que han servido, o han podido servir, para apoyar las decisiones, la articulación y la implementación de políticas públicas. Digo que “han podido servir”, porque a veces tengo la sensación de que no se le ha sacado el suficiente partido a la gran cantidad de estudios realizados.
Porque, en definitiva, de eso se trata. De conocer mejor para decidir y actuar mejor. Lograr un conocimiento objetivo, “basado en la evidencia”, que se aleje de posiciones preconcebidas y que contribuya a lograr una sólida base que sea útil al que tenga que decidir, planificar, diseñar o aplicar políticas que mejoren el nivel y calidad de vida de los ciudadanos de la Región de Murcia.
Centrándome en la cuestión planteada, durante bastante tiempo ha existido cierta separación –para algunos, incluso, cierta “competencia”– entre la investigación denominada “cualitativa” y la investigación tradicionalmente considerada “cuantitativa”.
Aunque muchos ámbitos y autores han mantenido esa dicotomía, desde mi punto de vista, la frontera entre las dos perspectivas nunca ha estado clara y, desde mi experiencia, la visión más profunda y enriquecedora se produce cuando se da la confluencia de las dos estrategias metodológicas; es decir, cuando suman sus potencialidades para alcanzar una meta común; que en estos casos se traduce en abordar un problema de manera conjunta, reuniendo sus aportaciones; y ello, tanto en las fases de análisis y diagnóstico, como en la de prospectiva.
La contraposición entre los datos cualitativos y los cuantitativos es, en mi opinión, un falso debate, ya que lo que realmente existe, o debe existir, es una verdadera complementariedad.
Ambas alternativas metodológicas presentan ventajas e inconvenientes; siendo las limitaciones sensiblemente minoradas cuando se combinan las dos estrategias adecuadamente.
Generalmente, se señala que entre las ventajas de los métodos de corte más cuantitativo se encuentran que, al utilizar técnicas bien acotadas y datos que pueden ser tratados de forma matemática, sus resultados son comparables con los obtenidos en otros momentos del tiempo, o con los obtenidos en otros espacios o territorios, con lo que se facilita la evaluación. Por otra parte, las técnicas cuantitativas permiten analizar volúmenes de información muy elevados. Sin embargo, entre sus inconvenientes se hallan, además de los márgenes de error propios de los procedimientos estadísticos, que el conocimiento que nos dan de una situación puede ser extenso, pero a veces puede carecer de profundidad, sin llegar a explicar aspectos complejos inherentes a cada sociedad.
A su vez, la información cualitativa, también tiene limitaciones. No siempre es aplicable a todos los contextos y, en ocasiones, surgen dificultades para la generalización de sus resultados, y que éstos gocen de la significatividad exigida.
Sin embargo, el enfoque cualitativo presenta ciertas virtudes que solventan gran parte de los inconvenientes vistos en las alternativas cuantitativas, ya que permiten apreciar detalles, pues analizan directamente el comportamiento, las motivaciones o apreciaciones de los agentes implicados, aportando elementos diferenciales.
Así pues, para tener una visión global lo más cercana a la realidad, se precisan ambas perspectivas.
En relación a que las fronteras nunca han estado claras, o han sido difusas, quisiera apuntar un par de apreciaciones. Por un lado, aunque las metodologías cualitativas se han caracterizado por recabar directamente la opinión o el testimonio del agente directamente implicado en la cuestión analizada; lo cierto es que en diversas fases del estudio es necesario recurrir a estadísticas para seleccionar colectivos o perfiles, o para tener una idea preliminar de la cuestión. Por otra parte, muchos métodos cualitativos también requieren de tratamientos estadísticos de los resultados.
Además, existen muchas alternativas metodológicas que realmente se pueden clasificar en los dos “bandos” metodológicos, permítanme la expresión. Entre ellas, destaca la “encuesta” que se erige como un sofisticado instrumento de análisis social, donde lo cualitativo y lo cuantitativo se entrelazan, pasándose el testigo de una metodología a otra, desde la fase de planteamiento de objetivos, diseño del cuestionario, diseño del trabajo de campo, tabulación y análisis de los resultados, de tal forma que no se sabe bien cuándo empieza un enfoque y acaba el otro.
En el contexto del Día Internacional para la Erradicación de la Pobreza, la investigación debe conciliar, necesariamente, ambas perspectivas, ya que la cuestión que nos planteamos es cómo viven las personas, cuáles son los estándares de vida, qué personas no pueden alcanzar esos estándares, identificando las situaciones de carencia, privación y dificultad.
Aquí, en este campo tan delicado, los números nos pueden decir mucho, pero no nos lo dicen todo. Es necesario conocer trayectorias vitales, escuchar la voz de los que viven en pobreza y la opinión de los agentes involucrados y la de las instituciones y organismos que están más cerca de la realidad de la pobreza.
Además de las cifras de estadísticas y encuestas, necesitamos un mayor acercamiento a través de grupos de opinión, grupos focales, entrevistas, etc.
Pero lo que realmente defiendo en la investigación social es la interdisciplinariedad o multidisciplinariedad. No sólo la parte económica, estadística o sociológica son necesarias, sino también es preciso contar con otras perspectivas como la psicológica o la jurídica.
En mi experiencia personal, creo que las investigaciones en las que he participado –tanto para EAPN como para el CES– donde más lejos hemos podido llegar, y de las que me siento más satisfecho, son las que hemos creado un equipo plural, integrando la perspectiva jurídica, sociológica y económica, pues se ha conseguido una visión más profunda, detallada y, probablemente, útil de cara a la intervención social.
Posiblemente, las tendencias actuales del mundo académico e investigador llevan a una mayor especialización, dando la sensación de una gran separación. Por ello, es necesario lo que me gusta denominar “trabajadores de fronteras” que sepan ver lo que los distintos “lados” pueden aportar y los haga trabajar en la misma dirección.
Finalmente, además de la multi o interdisciplinariedad, la investigación social, y más la centrada en las condiciones de vida y en la pobreza, ha de ser “participativa”.
Aunque haya un grupo de investigadores responsables del estudio, el proceso debe ser participativo; donde tengan voz aquellas instituciones, organismos y asociaciones que, al final, van a ser los destinatarios y usuarios de la investigación.
La experiencia de los últimos estudios con EAPN creo que ha sido un modelo que debe seguir desarrollándose; creando un punto de encuentro entre investigadores, EAPN, Administración y asociaciones; extendiendo la investigación, o invitando a colaborar a otros estamentos, cuando así ha sido necesario.
Estoy convencido de que sumando esfuerzos, perspectivas y experiencias, transitaremos un camino que nos llevará más lejos.
Puedes ver el vídeo completo de la jornada y leer algunas de las otras intervenciones en la página de la jornada.