Toda ciencia es, sin embargo, una función del alma en la que se arraiga todo conocimiento. El alma es el más grande de los milagros cósmicos, es el conditio sine qua non del mundo considerado como un objeto. Es muy sorprendente que el mundo occidental (salvo muy raras excepciones) parezca apreciar tan poco esta circunstancia. El aluvión de objetos externos de conocimiento ha arrinconado al sujeto; muchas veces hasta la aparente no existencia.
«Eranos Jahrbuch», C. G. Jung
Coordinada por la EAPN – RM, llevada a cabo por un equipo investigador de la UMU y financiado por la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades a través del Instituto Murciano de Acción Social (IMAS), en un primer momento, y a través de la Dirección General de Familia y Políticas Sociales de la Consejería de Familia e Igualdad de Oportunidades en la actualidad, se está llevando a cabo la investigación Condiciones de vida y Bienestar social de la población en riesgo de pobreza y exclusión social en la Región de Murcia de la que ya se han publicado los primeros resultados.
Los procesos de investigación tradicionales buscaban objetivar lo investigado, suponiendo así que se alcanzaba más grado de «verdad» pues se da(ba) por hecho que lo objetivo es incuestionable. Sin embargo, cuando nos desplazamos al terreno de las ciencias sociales, no podemos, en ningún momento, pensar que aquello que estudiamos es un objeto. No podemos, con la excusa científica, reificar al otro y convertirlo en un simple porcentaje, en una tabla de resultados, en una gráfica ilustrativa.
Las ciencias sociales han desarrollado una serie de técnicas, denominadas cualitativas, para evitar este error y dar cabida a lo subjetivo en la investigación. Historias de vida, entrevistas semiestructuradas, grupos focales… Evidentemente, la investigación de la que hablamos, las incluye. Pero antes de que la Sociología, la Antropología o la Psicología se adentraran por este camino, ya lo había abierto la Física Cuántica y es que parcelar el conocimiento, el saber, en ciencias estancas es una más de las barbaridades de la cultura occidental. La escuela predominante en la Física Cuántica en sus inicios, Bohr, Heinsenberg, Born, determinó la relación directa entre observador (sujeto) y objeto (en nuestro caso, también sujeto). En palabras del Premio Nobel de Física Erwin Schrödinger: «No podemos hacer afirmación fáctica alguna sobre un objeto natural determinado sin acceder a su contacto». Y, las personas, qué duda cabe, somos sociales, claro que sí, pero también naturales, por nuestros vasos sanguíneos corre la sangre cumpliendo los principios que rigen a los fluidos, nuestros átomos vibran con todos sus electrones en órbita, nuestra bioquímica se mezcla con nuestros estados de ánimo.
La propia acción de observar altera lo observado. En lo que nos concierne, se produce también el efecto contrario: el observador se ve afectado por aquello que observa. En otras palabras: uno no sale «indemne» después de recoger la historia de vida de, por ejemplo, alguien que lleve viviendo seis años en la calle después de una separación, un negocio ruinoso o cualquiera sea su particular motivo.
Es la intención de la EAPN – RM que las familias y personas que participan en la investigación como generadores de información se vean afectados por la misma más allá de la experiencia puntual de dicha participación. La investigación tiene una razón de ser muy concreta: conocer la realidad de la región de la forma más atinada posible para, después, proponer aquellas políticas que mejor ayuden a combatir la pobreza y la exclusión.